viernes, 16 de octubre de 2009

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domingo, 16 de agosto de 2009

NO A LA EXHIBICION DE LA PELICULA "CORPUS CHRISTI"

La película “ Corpus Christi “ está por exhibirse en estos días.

Esta película tan aberrante está programada para estrenarse en América éste año, y muestra a Jesús y sus discípulos ¡ como homosexuales !.
Ya ha sido presentada en teatros, como obra teatral, por algún tiempo. Se titula “ Corpus Christi ” en latín, lo que en español significa “ El Cuerpo de Cristo”.
Se trata de una repugnante burla de Nuestro Señor. Pero nosotros podemos hacer una diferencia. Por eso te estoy enviando este e-mail a ti. Si reenvías éste e-mail a tus contactos, quizás podamos evitar que esta película se exhiba en América, o aún en Africa . O quizás podamos reducir el número de 20 personas que la puedan ver. Defendamos aquello en que creemos y detengamos esta burla de Jesucristo, Nuestro Salvador.
¿ Cómo nos vemos como Cristianos ?. A pesar del riego de molestarte, te estoy enviando este mensaje pues creo que lo apreciarás. Por favor, ayúdanos a evitar tales ofensas contra Nuestro Señor.

Te tomará menos de 2 minutos reenviar éste e-mail a tus parientes, amigos y demás contactos.

Vale la pena intentarlo. Aparentemente, algunas regiones de Europa ya han prohibido ésta película. Todo lo que se necesita es mucha oración y cantidades de e-mails.

Recuerda, Jesús dijo : “ a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre”. Mateo 10:33.

Y pensar que esto viene después de que Obama dijo, hablando en Turquía :
“ ¡ América ya no es un país Cristiano ! ”.


“ PARA QUE EN EL NOMBRE DE JESÚS SE DOBLE TODA RODILLA……Y TODA LENGUA CONFIESE QUE JESUCRISTO ES EL SEÑOR ”.- Filipenses 2:10-11.

martes, 21 de abril de 2009

" EL DICTADOR " de Fernando Mires

"El Dictador"
Fernando Mires
“Pero, ¡oh! ¡Dios mío! ¿Qué ocurre? Cómo llamar ese vicio tan horrible? ¿Acaso no es vergonzoso ver a tantas personas, no tan sólo obedecer sino arrastrarse? No son gobernados sino tiranizados (....) Soportar saqueos, asaltos y crueldades, no de un ejército, no de una horda descontrolada de bárbaros (....) sino únicamente de uno solo. No de un Hércules o de un Sansón sino de un único hombrecillo que ni siquiera ha husmeado una sola vez los campos de batalla” (Étienne de la Boétie “Sobre la Servidumbre Voluntaria”. 1553)
1.
La ausencia de democracia no siempre es una dictadura. Podemos decir por ejemplo, que hay naciones que son más democráticas que otras sin que las que son menos democráticas dejen de serlo. La ausencia de democracia puede ser también el desgobierno o la anarquía. La dictadura en cambio, a diferencias de la anarquía, es una forma de gobierno que por definición niega a la democracia.Si la dictadura es una forma de gobierno que niega a la democracia, podemos afirmar que en toda democracia, aún en la más perfecta, existe la posibilidad de su negación. Conclusión pesimista que lleva necesariamente a una optimista, a saber: que en toda dictadura existe también la posibilidad de su negación: la posibilidad democrática.Sin embargo, no todas las dictaduras han surgido como negación de la democracia.En ese sentido hay que diferenciar entre las llamadas dictaduras de origen -que son las que emergen de situaciones no democráticas- y las dictaduras de ocasión -que son las que han surgido del quiebre de una democracia-. Los gobiernos que siguieron al hecho independista latinoamericano fueron, por ejemplo, dictaduras de origen. En cierto modo se acercaban a la noción romana original de “dictatura” que definía a la institución o persona encargada de dictar leyes donde no las había. Las dictaduras de ocasión –independientemente a cuanto dure esa ocasión- son las que imperan en nuestros tiempos, tiempos caracterizados por la hegemonía de la idea de la democracia por sobre la de la dictadura. En ese punto no hay duda: la “invención democrática” (Claude Lefort) ha sido hecha suya -ya sea como realidad, ya sea como ideal- por la mayoría de las naciones de la tierra.La democracia avanza sobre el planeta, pero de modo zigzagueante, hecho que ha creado un consenso internacional que más o menos dice así: las dictaduras pueden ser transitoriamente soportadas pero no aceptadas. Razón que explica por qué ningún dictador contemporáneo se designa a sí mismo como dictador. Todas las dictaduras de la tierra, en una tierra cada vez más democrática, quieren aparecer vestidas con ropa democrática. Más aún: quieren ser reconocidas como democráticas e, incluso, como una forma superior de democracia.
2.
Las dictaduras emergen allí donde no hay, o dónde se quiebran las democracias.Las democracias, a su vez, pueden ser caracterizadas como formas de gobierno que resultan de elecciones libres y secretas a las que concurren partidos políticos, formas erigidas sobre la base del respeto a la constitución, a los derechos humanos y a la independencia de los poderes públicos. La democracia es, por lo tanto, una forma política y no social de organización.La dictadura como forma de gobierno opuesta a la democracia supone la negación de las elecciones libres y secretas, la interdicción de los partidos políticos, la subordinación de la constitución a la voluntad del dictador, la violación sistemática de los derechos humanos, y la negación radical de la división de los poderes públicos. A esas características hay que agregar otras dos: su estructura militar y militarista y el ejercicio personal y personalista del poder: no hay dictadura sin un dictador.Naturalmente, no todas esas condiciones se dan en cada dictadura. Cuando se dan todas, hablamos de dictaduras totales. Pero en la mayoría de los casos las dictaduras de nuestro tiempo no son totales (como sí son las de Corea del Norte, Cuba o Sudán), sino parciales. Si fueran totales, la lucha nacional en contra de las dictaduras sería casi imposible y ellas sólo podrán ser derribadas, como ocurrió con la dictadura nazi, por medio de la acción de fuerzas externas. Sin embargo, el ideal supremo de todo dictador es alcanzar el estadio de la dictadura total. El avance de las fuerzas democráticas a nivel mundial, la estandarización de los modos republicanos de comunicación política y la llamada globalización, que no sólo es económica sino también política y cultural, son razones que inciden en la formación de dictaduras parciales. De más está decir que uno de los objetivos más elementales de toda oposición antidictatorial es impedir que una dictadura parcial se convierta en total. Ese es, por lo demás, el punto de partida de toda lucha antidictatorial.Las dictaduras, y no sólo las de nuestros días, se sirven de algunas formas democráticas, hecho que utilizan los dictadores para legitimar su poder, sobre todo hacia el exterior. En algunos casos toleran la emergencia de sectores opositores a los que, cuando ya no pueden eliminar, los acosan para encerrarlos en cercos que no deben traspasar. Es el caso, por ejemplo de la dictadura de Zimbawe, o también, de la iraní y de la bielorusa. En otros casos, toleran ciertos espacios de prensa libre a la que someten a constantes presiones, extorsiones y amenazas.Hay, por supuesto, distintos tipos de dictadura y los textos de teoría política son muy pródigos en clasificaciones. Dichos textos nos hablan de dictaduras cesaristas, bonapartistas, populistas, sultanistas, fascistas, comunistas, etc.No obstante, más allá de tipologías académicas, interesa constatar aquí que toda dictadura está caracterizada por tres rasgos fundamentales: la existencia de un dictador, la concentración de los poderes públicos en la persona del dictador, y la militarización del poder político. Eso lleva a concluir que toda dictadura, más allá de las formas que las caracterizan y de los hechos que las originaron, no pueden prescindir de esos tres rasgos fundamentales.
3.
Llamará quizás la atención que entre los rasgos fundamentales de cada dictadura no aparezca el tema de la supresión de las elecciones. No se trata, sin embargo, de una omisión. Hay en efecto, dictaduras electorales, y en nuestro tiempo, las hay de modo creciente.Las dictaduras antielectorales resultan casi siempre de golpes de estados o de tomas violentas del poder estatal. Fue el caso de Franco, de Sadam Hussein, de los Castro, entre otras. Hay sin embargo dictaduras que provienen de elecciones. El caso más conocido fue el de la dictadura de Hitler. Fue el mismo Hitler quien inició una costumbre dictatorial que ha hecho escuela: la de legitimar su poder mediante plebiscitos. En nuestros días, tanto Lucasenko como Mugabe recurren al mismo expediente. Milosovic en Serbia también hacía elecciones. En Irán hay elecciones regulares, aunque el poder central lo ocupan las castas sacerdotales. Pinochet y los dictadores militares uruguayos intentaban consolidar su poder mediante plebiscitos.Muchos dictadores no sólo recurren a las elecciones. Además, abusan de ellas.Hay incluso regímenes dictatoriales donde hay más elecciones que en regímenes democráticos. En este sentido puede decirse que algunos dictadores han comprendido que mediante la perversión del sistema electoral pueden tener lugar avances más expeditos hacia el poder que mediante su supresión. Ello implica por cierto, correr el riesgo de perder alguna vez. Hay por supuesto dictadores que no quieren arriesgar nada. Fue, por ejemplo, muy conocida la receta de Francisco Franco para mantenerse largo tiempo en el poder: “no hay que meterse en política”- dijo. La receta la siguió a pies juntillas ese hijo de gallego que fue Fidel Castro. Ambos suprimieron radicalmente a la política, incluyendo a las elecciones.En nuestro tiempo, en cambio, ha aumentado el número de dictadores que no suprimen algunas prácticas políticas, incluyendo a la más política de todas, que son las elecciones. Pero sí convierten, o intentan convertir a las elecciones en un medio de acumulación de poder. Lo que ellos llevan a cabo, y sistemáticamente, es un envilecimiento de los procesos electorales.El envilecimiento de las elecciones no resulta siempre de la falsificación de los escrutinios, aunque hay que contar que bajo gobiernos militares lo más probable es que existan esas falsificaciones. El envilecimiento electoral opera, además, por otros métodos. Uno, el más preferido de nuestro tiempo, deviene de la monopolización de los medios de comunicación, sobre todo de la televisión.Suele suceder en el caso de las dictaduras electoralistas, que el dictador se apropie de los canales televisivos estatales y extorsione a los privados para llevar a cabo verdaderos bombardeos publicitarios. De este modo, el dictador, como ocurría en la novela de Orwell, se convierte en el Gran Hermano que invade las esferas más íntimas de la vida de cada familia. Así como Mussolini y Hitler eran dictadores radiales, los dictadores del siglo veintiuno son dictadores televisivos. Hay algunos que pasan más tiempo en la pantalla que en su oficina de trabajo. Desde la televisión gobiernan, suponiendo que gobiernen, pues a la mayoría de los dictadores no les interesa gobernar sino sólo aumentar sus cuotas de poder.Pero el abuso electoralista no se limita a los medios de comunicación. Si se trata de ganar elecciones o plebiscitos, los dictadores electoralistas ponen todos los servicios y dependencias del Estado, más los dineros recaudados, al servicio de la elección. De este modo los ministerios, las oficinas públicas y gubernamentales, se convierten en locales de agitación y propaganda electoral.De más está decir que los empleados públicos son sometidos a una intensa presión. Si no votan por el dictador, se les dice, perderán sus puestos de trabajo. Efectivamente, hay que ponerse en el lugar de un empleado público de quien depende la alimentación de una familia, antes de juzgarlo. Por más secreto que sea el voto, siempre pensará él que el dictador, tarde o temprano, se enterará por quién él votó. Al fin, más vale la pena acatar y no correr ningún riesgo. Algunos, a fin de aliviar sus conciencias, terminarán engañándose a sí mismos, afirmando que votan por convicción.Por lo demás, el dictador es muy generoso con quienes lo apoyan. Tal generosidad se extiende en periodos electorales hacia los sectores más pobres de la población. En esos momentos el dictador se vuelve extremadamente dadivoso.Entonces aparecen los obsequios, los aumentos de sueldo, las donaciones, las neveras, los aparatos televisores, los aguinaldos, etc. Por cierto, hay gobiernos democráticos que suelen usar métodos parecidos, pero jamás con la descarada amplitud que ostentan los dictadores electoralistas de nuestro tiempo.Por último, si todo eso no bastara, todavía queda la alternativa de la intimidación.En periodos electorales los dictadores se vuelven extremadamente agresivos con quienes osan adversarlos. Las amenazas, los insultos, las extorsiones, se convierten en el pan de cada día. Durante esos periodos, aparecen por todos lados supuestas conspiraciones (todas ficticias, por supuesto), intentos de magnicidios (cuyos gestores nunca aparecen por ningún lado), amenazas de invasiones de países extranjeros, peligros de guerra con naciones vecinas. Las calles se llenan de comandos y piquetes pro-dictatoriales. En fin, el dictador logra crear un clima de miedo, incluso de terror, hecho que obliga a muchos de sus potenciales adversarios a no concurrir a las urnas, y si lo hacen, van tan atemorizados, que terminan votando a favor del dictador. Por si fuera poco, el dictador ordena a sus esbirros judiciales proscribir las candidaturas de los adversarios que estén en condiciones de lograr altas votaciones. Esa es una de las muchas razones que explican por qué no hay profesión más inmoral y degradante que la de un juez de una dictadura. El método de las “inhabilitaciones” judiciales inventado por Mussolini y reinventado por la teocracia persa, ha hecho escuela en Bielorusia y en Rusia. Y en otras lugares también.No hay que olvidar que casi todos los dictadores son militares, y cuando realizan elecciones las ven como campos de batalla en donde es necesario vencer recurriendo a todos los medios posibles. Así se explica como los dictadores más audaces logran revertir encuestas y resultados. Muchas veces ni siquiera requieren falsificar escrutinios. Las elecciones mismas son, bajo esas circunstancias, una falsificación. La democracia, que vive de las elecciones, se convierte así en un simulacro de sí misma. Tiene lugar, mediante el forzamiento de elecciones, muchas veces innecesarias, una degradación paulatina de la vida ciudadana. Algunos opositores terminan dudando de la vía electoral, sin tener otra que recorrer. Un sentimiento de apatía y frustración se apodera de las conciencias políticas. Si eso ocurre, el dictador ha logrado un objetivo adicional: destruir por medios políticos los cimientos morales de una nación. La democracia se convierte, bajo esas condiciones, en el escenario de una serie de rituales destinados a cementar la autoridad del dictador. Los opositores esclarecidos, sin embargo, se esforzarán en mantener vivo el ideal democrático pues saben que toda dictadura tiene plazos históricos. Y, además saben que más temprano que tarde, los medios políticos de los que usa y abusa la dictadura, se volverán en contra del propio dictador. Así ha ocurrido en muchos países.Importante en este caso es no caer en la trampa del dictador. En efecto: el dictador intenta convencer a todo el mundo que la suya no es dictadura ya que realiza elecciones. Pero la democracia –eso lo sabemos todos- es algo mucho más profundo que la realización periódica y ritual de elecciones.La democracia, además de una forma de gobierno, es un modo de vida, y como tal, hay que realizarlo día a día, resistiendo a todo aquello que atenta en contra de la libertad humana. Sólo a partir de esa resistencia cotidiana será alguna vez posible vencer al tirano en su propio terreno: el electoral. Así ha ocurrido al menos en algunos países sudamericanos. Un ciudadano político no debe renunciar jamás a las elecciones, por más prostituidas que ellas se encuentren. Pero tampoco debe seguir el ejemplo del dictador e imaginar que la única actividad política posible es votar cada vez que al dictador se le ocurra.No obstante, tampoco hay que olvidar que independientemente a los medios que utilizan para vencer en las elecciones y plebiscitos, la mayoría de los dictadores han sido gobernantes populares. En verdad, no hay ninguna razón que lleve a pensar que el ser humano es por naturaleza democrático. Mucho menos debemos pensar que siempre la libertad es el bien más preciado por las grandes mayorías. No hay dictador, en efecto, que no haya contado alguna vez con grandes bases de apoyo, incluyendo el de los sectores más empobrecidos. Eso significa que si bien no hay dictaduras que no sean militares, ninguna se sustenta sólo sobre bayonetas. Particularmente en América Latina, la combinación entre militarismo y populismo ha sido muy productiva para las dictaduras. Incluso muchos dictadores han sido grandes tribunos de masas.
4.
La condición política no es natural sino adquirida. Llegar a ser ciudadano autónomo implica someterse a un largo proceso de aprendizaje. Vivir en una democracia no es por lo tanto fácil ya que implica aceptar posiciones contrarias y convivir con ellas; nos gusten o no. Conocer los límites que separan el mundo privado del político, tampoco es fácil. A muchos resulta más cómodo delegar su responsabilidad ciudadana que asumirla. Hay incluso quienes no soportan la posibilidad de ser libres, y la política se convierte para ellos en un espacio de regresión a las etapas más infantiles, cuando había siempre alguien que decidía por nosotros. Los dictadores, no sé cómo y por qué, tienen ese sexto sentido que les permite captar las debilidades humanas y, lo que es peor: abusar de ellas.Existe, como escribió en 1553 Étienne de la Boétie (“Sobre la Servidumbre Voluntaria”) una tendencia casi natural a la “servidumbre”. La idea fue retomada por Hegel, quien descubrió que los impulsos que llevan al siervo a subordinarse a su amo no están basadas en la pura violencia. Freud, a su vez, descubrió que en cada ser humano existen tendencias que lo llevan, en un sentido individual, a regresar a la infancia perdida, y en un sentido colectivo, a la barbarie, al salvajismo y a la horda, o como diría Elías Canetti: hacia el “magma originario” Asumir la condición política presupone, en todo caso, haber dejado atrás la etapa de la barbarie. Noción profundamente helénica que retomó en el siglo XlX Domingo Faustino Sarmiento en su siempre incomprendido libro “Civilización y Barbarie”. En esa obra Sarmiento no identificaba a la barbarie con “los pobres”, como dicen sus malos críticos, sino a las masas apolíticas que seguían a caudillos militares, como al sangriento dictador Juan Manuel de Rosas. En ese contexto, Sarmiento recurría a la noción griega de barbarie. Eso significa que la barbarie aludía, según los griegos, a aquellos sectores que, viviendo en un mundo político, no habían alcanzado la condición política. En ese sentido es posible ser millonario y bárbaro a la vez, pues la condición política no tiene nada que ver con la condición social. Dicho a la inversa: se puede ser muy pobre y asumir derechos y obligaciones ciudadanas con integridad y decencia. Luego, la barbarie no está en el pueblo dado que el pueblo es una noción política. La barbarie aparece cuando el pueblo es convertido en populacho, el populacho es convertido en masa y la masa es convertida en tropa. No sin razón, el primer presidente populista chileno, Arturo Alessandri, se dirigía a sus seguidores con el calificativo de “mi querida chusma”. La “chusma” es a su vez el término que usó Hannah Arednt (Mob) para referirse a aquellos sectores sociales que se convirtieron en masa electoral del totalitarismo fascista.Ahora bien, dentro de las múltiples contradicciones que asolan a América Latina, la de “civilización y barbarie” no es una de las menos importantes. En condición bárbara viven por ejemplo amplios sectores que si bien pueden estar integrados social y económicamente en la modernidad, no lo están políticamente. Para la gran mayoría de ellos, incluyendo a ciertos intelectuales, la política se reduce a una pura “cuestión” social. La lucha por las libertades les es completamente ajena, e incluso, les resulta superflua. En algunos países islámicos, que no son por cierto los más democráticos de la tierra, el concepto de “libertad” ni siquiera existe en el vocabulario político. Ese concepto es - como captó muy bien Bernard Lewis - reemplazado por el de “justicia”. Lo mismo ocurre en diversas zonas latinoamericanas. No fue casualidad que en el país de Sarmiento, el partido peronista no se hubiera llamado “partido demócrata”, o “socialista”, o “nacionalista”, sino que “partido justicialista”. Como es fácil deducir, la “justicia” alude a un tema social, pero no político. La política, en cambio, pone su centro en la lucha por la libertad. Más aún: desde el punto de vista político, no puede haber justicia sin libertad. El ideal de la barbarie política en cambio, no es la democracia sino la justicia social. El presidente, para los bárbaros sociales, no es un mandatario sino un “mandamás”, un caudillo, un “hombre fuerte”, en fin: “un justiciero”. Y casi siempre: un militar.La barbarie dictatorial presupone la desarticulación de las asociaciones horizontales que marcan el espacio social de una nación incluyendo en ellas, las de “clase”. No deja de ser sintomático que todas las dictaduras, tanto las que se dicen de derecha, como de izquierda, atacan con saña a las organizaciones obreras, sobre todo a los sindicatos independientes. Las que se dicen de derecha proscriben a los sindicatos. Las que se dicen de izquierda los suprimen, estatizándolos, y por si fuera poco, en nombre del socialismo.En muchas ocasiones, el dilema civilización-barbarie asume la forma de contradicción entre las ciudades y el campo. Pero –cuidado- no es lo mismo. Hay países en donde el mundo agrario se ha incorporado de lleno a los procesos modernizadores, y los campesinos se organizan en sindicatos independientes. Hay otros países en cambio, en donde prevalecen condiciones decimonónicas. En tales países, los dictadores, y quienes quieren serlo -como es el caso de Ollanta Humala en Perú- obtienen gran parte de su apoyo social en las regiones rurales culturalmente más atrasadas, regiones en donde todavía imperan relaciones patronales y caudillescas. Para las masas agrarias de muchos países, el Presidente es la reencarnación de “Buen Patrón” o, como llamaron a Trujillo: un gran “Benefactor”. No obstante, hay que consignar que la condición ciudadana no es demográfica. Hay muchos habitantes de las ciudades que tampoco asumen una condición ciudadana. Son los bárbaros urbanos. Si no existieran, ni en el campo ni en la ciudad habrían dictadores. Porque, a fin de cuentas, la dictadura es la barbarie hecha poder: el fin de la polis: el lugar donde desaparece la polí-tica y aparece la poli-cía.Así como según Hannah Arendt el totalitarismo europeo, en sus dos formas principales, la comunista y la fascista, surgió de la, por ella llamada, alianza entre “la chusma” y determinadas elites, las dictaduras latinoamericanas han emergido de la alianza entre masas culturalmente desintegradas y fracciones militares. A la cabeza de esa alianza se encuentra el dictador. Eso significa que el dictador latinoamericano casi nunca ha sido un personaje socialmente aislado. Por el contrario: bajo determinadas condiciones, la barbarie puede llegar a ser mayoría nacional.
5.
El dictador suele dominar muy bien el idioma de la barbarie puesto que tanto por su condición cultural como por su condición militar es, el mismo, un bárbaro.Así se explica que el proyecto de cada dictador es destruir las relaciones políticas que reglan la vida de cada nación, imponiendo su cultura, que no es otra que la militar. El ideal de cada dictador no es la vida política sino la vida cuartelera. La sociedad es para él un gran cuartel y el dictador imagina ser su Gran Comandante. Así se explica que su lenguaje sea siempre militarista.Su proyecto final, que es el de militarizar a la nación, comienza con la militarización de sus propias huestes, y eso pasa por la conversión de las masas en tropas. La tropa más que la masa corresponde con el ideal del cuartelero convertido en dictador.Del mismo modo como la tropa militar, la tropa social de los dictadores no debe ser deliberativa. Por el contrario: la llamadas masas son integradas de modo vertical al Estado. No hay dictadura que no haya estatizado a los movimientos sociales que las apoyan. Dichas masas no deben pensar: sólo actuar. Las ordenes les vienen siempre de las más altas cúpulas, y en la más alta se encuentra el dictador rodeado de familiares y amigos íntimos. Es por eso que la mayoría de los dictadores intentan organizar a las masas en un partido único, permitiéndose en algunos casos la existencia de pequeños satélites que giran en torno a la maquina partidaria estatal.Pero el partido único no es un partido en el sentido político del término.Partido viene de “parte”, y el partido único del dictador no es parte de nada puesto que su destino es representar al todo. El todo es, por supuesto, el dictador. A diferencia de los partidos políticos democráticos que giran en torno al Estado, el partido dictatorial es organizado desde el Estado. En su primera fase es un partido constituido por empleados públicos y militares. En una segunda fase, el partido integra y succiona a las organizaciones de masas, dándoles un carácter para-estatal. En una tercera fase, el partido dictatorial organiza a las masas como si fueran tropas, y en un sentido estrictamente militar. Esa es la razón por la cual el dictador tiene especial cuidado de que los cuadros dirigentes no sean políticos sino militares, o personas de extracción militar. Comandos, batallones, pelotones, son los nombres que designan a las diferentes unidades partidarias de masas.La masa, el partido y el dictador, se confunden así en una nada de santísima, pero sí, diabólica trinidad. El Partido es el espíritu maligno que une a la masa con el dictador quien a la vez habla en nombre de la masa, del partido, y por supuesto, de sí mismo. A la vez ese “sí mismo” es el Estado: el Estado del dictador, quien a la vez se encuentra por sobre el Estado, y por cierto, por sobre la Constitución. Si por alguna razón la Constitución no concuerda con la voz del dictador, la Constitución, aunque haya sido procreada por el propio dictador, será modificada, y si no, violada. No hay dictador que no haya establecido una relación incestuosa con su propia Constitución. Al fin y al cabo, durante el periodo de un estado excepción, la Constitución es suspendida.¿Y qué es una dictadura si no un estado de excepción permanente? (valga la paradoja). Más aún: es la nación en estado de sitio: la nación sitiada por su propio Estado.
6.
No es hecho casual que si bien los dictadores fundan un partido para realizar sus deseos personales, mantengan un discurso en contra de los partidos. En realidad, no hay nada más fácil y cómodo que criticar a los partidos políticos.Por una parte, al ser públicos, sus militantes y dirigentes están expuestos a la observación cotidiana. Por otra parte, por el sólo hecho de existir, los partidos se convierten en el blanco preferido de las críticas públicas. En periodos de crisis, asoma muy fuerte la crítica a la corrupción, la que, por cierto, es más visible en los partidos políticos que en otras instituciones públicas.Desde luego, hay profesionales políticos corruptos. Pero no hay más ni menos que en otras profesiones, incluyendo la militar. Ahora, sobre la base de la crítica a los partidos, han surgido todas las dictaduras desde que hay partidos. El antipartidismo es la ideología originaria de cada dictadura.Tanto Castro como Pinochet -los dictadores latinoamericanos más emblemáticos del siglo XX- intentaron legitimar, y con éxito, sus presencias ilegítimas en el poder, sobre la base de la crítica a los partidos. Aquello que resulta inexplicable es que en diversas ocasiones la crítica a los partidos es compartida por sectores antidictatoriales, olvidando sus representantes que fue esa crítica la que ayudó a llevar a los dictadores al poder. Más allá del hecho de que no hay democracia sin partidos políticos, los partidos políticos están llamados a cumplir funciones insustituibles, aún bajo una dictadura.Aunque no sean los partidos las organizaciones que lleven al derribamiento de las dictaduras (generalmente no lo son), sí serán las organizaciones que se encargarán de negociar con las disidencias internas de la dictadura, las que tarde o temprano aparecerán. Además, los partidos son las organizaciones más adecuadas para hacerse cargo de los complejos periodos que llevan al tránsito de la dictadura a la democracia. Por último, son los partidos las instituciones que deben abrir un flanco para que en la política post-dictatorial, el partido que representó a la dictadura pueda seguir existiendo, no ya como partido-estado, sino como un simple partido parlamentario; uno más entre otros.Porque la otra alternativa es perseguirlos y prohibirlos. Pero estamos hablando de una democracia; no de otra dictadura. Y la democracia es para todos: incluyendo a sus enemigos. Por eso el dictador impugna a los partidos o, como decía Pinochet: “a los señores políticos”. La explicación es obvia: los partidos representan la posibilidad de una transición: un mañana democrático.Ese “mañana” es lo que más teme el dictador. Y tiene razón: ese “mañana” será el día de su muerte política.Así se entiende el odio que sienten todos los dictadores frente a la política.Por eso intentan destruirla. Y a veces –ay- lo logran.
7.
La destrucción de la política comienza donde aparece su militarización. La militarización a su vez emerge cuando aparece un enemigo que supuestamente amenaza la integridad de la nación. Ese es el momento en que la política retrocede y da lugar al estado de guerra que es, casi por definición, excepcional. Luego la dictadura no es sólo militar sino, por lo mismo, es bélica. En cierto modo toda dictadura es una declaración de guerra del Estado a la nación políticamente constituida. No obstante, eso no lo puede decir públicamente ningún dictador. De ahí que el dictador legitime su dictadura como el resultado de una misión histórica que sólo él y nadie más que él puede cumplir.La misión a cumplir es la lucha en contra de un gran enemigo “histórico”. Mas, no se trata de cualquier enemigo. El enemigo del dictador ha de ser un enemigo omnipresente que mientras más omnipresente sea, más necesaria será la dictadura.Por cierto, en la lucha política también hay enemigos. Pero los enemigos políticos, a diferencia de los enemigos del dictador, son enemigos reales, visibles, tangibles. El enemigo de la dictadura, en cambio, debe ser un enemigo meta-real y meta-histórico y por cierto, imposible de ser vencido en cortos plazos. El enemigo debe existir ojalá para siempre. Así, la dictadura se perpetuará en el cumplimiento de su histórica misión. Para Pinochet, por ejemplo, el enemigo meta-histórico era el socialismo. La misión que debía cumplir sobre la tierra era la erradicación del socialismo y por cierto, de sus ideólogos, los llamados marxistas. Pero los marxistas para Pinochet no sólo eran los marxistas. Además eran todos los que alguna vez se pronunciaban en contra de su dictadura. En un momento dado, marxistas eran para Pinochet las monjas y el Papa, los partidos de centro y el propio presidente Carter. Lo mismo sucedió con Fidel Castro, aunque en un sentido inverso. La misión histórica de Castro fue definida por el mismo: luchar en contra del capitalismo y sus máximos representantes: los EE UU. Como obviamente nunca Cuba logrará derrotar al capitalismo mundial, a pesar de la gran cantidad de vidas cubanas inmoladas en tan absurda misión, la necesidad histórica de la dictadura puede proyectarse hasta el infinito.Hoy han aparecido nuevas dictaduras militares en el planeta. Todas quieren cumplir una gran misión. La misión histórica que se han autoasignado muchas de ellas es la de derrotar al “imperio”, construcción ideológica muy adecuada para legitimar la existencia de la dictadura y que, además, sirve para todo. Sobre todo sirve para liquidar a sus enemigos internos, los que son presentados como agentes del exterior, vendepatrias, lacayos del imperio y otras exquisiteces parecidas.Es importante, por lo tanto, no confundir a las dictaduras con sus ideologías.En ese sentido hay que tener en cuenta que lo que más interesa a cada dictador es conservar y aumentar su poder y en el cumplimiento de ese objetivo, cualquiera ideología, hasta la más estrambótica, puede ser utilizada. Por cierto, la lucha política es y será siempre lucha por el poder. En ese punto todos los filósofos políticos -desde Hobbes y Maquiavelo, hasta Weber, Schmitt y Arendt- están de acuerdo. Pero, a diferencias de la lucha política en donde el poder es un medio para la realización de un objetivo, bajo una dictadura el poder es un objetivo ante el cual han de ser subordinados todos los medios. Las ideologías de las dictaduras son también medios subordinados a aquel objetivo casi animal que se trazan todos los dictadores de la tierra: el poder por el poder y nada más que por el poder.Luego es ocioso tratar de polemizar ideológicamente con una dictadura y sus representantes, trampa en la que tienden a caer con frecuencia los intelectuales democráticos. Por lo demás, quienes menos toman en serio sus ideologías son los propios dictadores. Los dictadores sólo se sirven de las ideologías cuando son funcionales al poder y jamás pondrán el poder al servicio de una ideología. Las dictaduras comunistas se designaban por ejemplo, como marxistas, y las anticomunistas, como cristianas. Pero el marxismo de las dictaduras comunistas tenía tanto que ver con Marx como el cristianismo de Franco y Pinochet con Cristo. El marxismo, las religiones, las ideas en general, han sido convertidas por las dictaduras en ideologías ocasionales al servicio de sus objetivos de poder. En gran medida los dictadores son grandes ladrones de ideologías. Sobre todo las dictaduras fascistas y fascistoides han sido expertas en prácticas ideológicas latrocinias. Hitler, por ejemplo, robaba de todas partes: del socialismo, del nacionalismo, de la filosofía clásica alemana, de la biología darwinista, etc. Los dictadores latinoamericanos, desde Perón hacia adelante, han seguido el mismo ejemplo. Han habido algunos que son capaces de citar a Gramsci, Trotsky y Jesús en una sola frase.Tampoco hay, por lo tanto –y éste es un punto que conviene dejar muy en claro- dictaduras de derecha o de izquierda. Denominar como de izquierda o de derecha a una dictadura es de por sí un absurdo, sobre todo si consideramos que tanto izquierda como derecha son nociones que sólo adquieren lógica y sentido en el marco de una práctica parlamentaria y democrática, donde izquierda, centro y derecha disputan entre sí, pero a la vez comparten el mismo espacio político.Hay sí, dictadores que roban ideas de izquierda e ideas de derecha, pero quien confunde el sentido de una dictadura con lo que una dictadura piensa de sí misma, no entiende nada de dictaduras.Izquierda y derecha son conceptos democráticos y sobre todo políticos. Una dictadura, en cambio, se erige sobre la destrucción de la política.
8.
Como la política es simbólica, la destrucción de la política debe ser realizada mediante la destrucción de sus símbolos. Y el símbolo de todo símbolo es el lenguaje. Así se explica por qué todos los dictadores sin excepción, se esfuerzan en destruir el lenguaje político. No es cosa de azar que la mayoría de los dictadores utilicen un lenguaje soez, cargado de odios y agravios, en fin, de barbarismos. Tarea que no les cuesta mucho esfuerzo pues en la gran mayoría de los casos son los dictadores personas sin mucha educación. Además, se muestran orgullosos de no tenerla. En general los dictadores son personajes groseros e ignorantes. De los dictadores latinoamericanos Fidel Castro es quizás el único que ha pasado por una universidad. Si de ahí algo aprendió, aparte de disparar, no estoy muy seguro.A través del empleo de un lenguaje antipolítico, el dictador imagina que él habla como habla el pueblo, lo que no es tan cierto. La mayoría de los miembros de los sectores populares, sobre todo los obreros, tienen un buen uso del lenguaje pues saben que sólo a través del lenguaje pueden articular sus intereses sociales. El lenguaje violento del dictador corresponde más bien con el que utiliza el hampa, las mafias y los delincuentes. No es la suya palabra de los pobres, sino que la de sectores socialmente desintegrados entre quienes se impone la ley del más fuerte. Y el más fuerte en esos submundos es siempre el más astuto y el más brutal.No obstante, la destrucción de la política por medio de la destrucción del lenguaje político, cumple una función objetiva que el dictador –animal de poder- capta muy bien. Mediante el insulto y el agravio, se borran los límites entre los enemigos y los adversarios, distinción que es consustancial a toda práctica política.El arte de la política consiste en convertir a los enemigos en adversarios. El arte del dictador consiste en convertir a los adversarios en enemigos.Ya que la dictadura es una institución bélica, no hay lugar para los adversarios políticos. De este modo el dictador traza una línea horizontal a lo largo de la nación: “quienes no están conmigo, son mis enemigos”. Así se explica por qué el dictador trata a todos sus adversarios como enemigos de guerra a los que hay que enjuiciar y si los medios se tienen: ajusticiar. Suele ocurrir que amenacen, persigan, torturen y hasta asesinen a los políticos más democráticos, y no a los más radicales, lo que no debe extrañar porque la democracia y no el radicalismo político es la realidad que más amenaza a las dictaduras. Muchas veces, en su locura antidemocrática, los dictadores terminan convirtiendo a los líderes perseguidos, encarcelados y asesinados, en símbolos de la resistencia política nacional. Así ocurrió con el asesinado Padre Jerzy Popiluschko en la Polonia comunista. Así ocurrió con el asesinato de Benigno Aquino durante la dictadura de Ferdinand Marcos en Filipina. Así ocurrió con el encarcelamiento de Hubert Matos en la Cuba de los Castro. Así ocurrió con el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador. Así ocurrió con el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en la Nicaragua somozista. Y así ocurre hoy con Ernesto Cardenal, perseguido y acosado en la Nicaragua orteguista.Imponiendo la lógica de la guerra interna el dictador, además, concita el apoyo irrestricto de los estamentos militares quienes ocupan gran parte de las instituciones sociales y públicas. La militarización del Estado es el paso previo a la militarización de la nación.La lógica de la guerra es la que también impera en el partido único dictatorial.Mientras que en una sociedad política manifestar una opinión contraria al jefe de gobierno que uno apoya es lo más normal del mundo, en un orden dictatorial el hecho de disentir se convierte en causa de alta traición, así como la formación de fracciones o el seguimiento de corrientes de opinión, en un crimen. Y es obvio: en un estado de guerra, deliberar está prohibido y disentir es traicionar. Por esa razón el dictador suele ser más cruel con sus propios disidentes que con los enemigos que él intenta “pulverizar”. No extraña entonces que los sujetos más cercanos al dictador, sobre todo los llamados ministros, dan la impresión de ser verdaderos zombis, personajes sin ideas propias cuya única tarea es repetir incansablemente la última ocurrencia del dictador. Con ese tipo de gentes es imposible polemizar ya que además, viven muertos de miedo, miedo que intentan disimular con descargas de odio en contra de quienes amenazan la continuidad dictatorial. Han vendido su alma al diablo, y saben que sin el diablo sólo les espera el infierno. O la cárcel.Destruido el lenguaje político, el dictador, conocedor instintivo del valor de los símbolos, pasará a la fase más militar de su gobierno: la de la militarización de las masas a las que convertirá, simbólicamente, en tropas de combate, las que por ser tropas, no deben pensar. Y como el dictador odia a la democracia, odia a la diversidad, pues sin diversidad no hay democracia, ni tampoco pensamiento. La masa dictatorial no puede ser, por lo tanto, masa multiforme. La masa, como toda masa, deberá ser uni-forme. Esa es la razón que explica por qué la mayoría de los dictadores uni-forman a las masas, disfrazándolas bajo un sólo color, color que puede ser verde-oliva, negro, pardo, rojo. Y, dato curioso: los dictadores de tendencias fascistas tienen una extraña predilección por las camisas.Desde Hitler, pasando por Perón (los descamisados), hasta llegar a nuestros días, la camisa ha sido uno de los símbolos preferidos de la uniformidad. El color único es evidentemente el símbolo del pensamiento único, que a la vez es la representación del “pensamiento” del dictador. Y la uniformidad es el símbolo de la pérdida de la individualidad y de la diferencia. Encamisada la masa uniforme, la camisa, como en los manicomios, se convierte en una camisa de fuerza. Desde ese momento, la individualidad -uno de los bienes más preciados de la condición humana- es adsorbida por un colectivo puesto al servicio de la voluntad del dictador.En la masa, sus miembros ya no se pertenecen a sí mismos. Pasan, definitivamente, a ser propiedad del dictador quien posee a la masa sin compasión ni tregua.Vestidas las multitudes con un mismo color, creen quienes las forman que todos son iguales entre sí: ricos y pobres; negros y blancos; mujeres y hombres; flacos y gordos, todos unidos en un sólo color, que es el color de la dictadura. En el delirio que invade a las muchedumbres cuando aúllan frente al macho furioso que las domina y violenta, imaginan ser guerreros prestos a inmolarse: carne de cañón de la historia patria. En la falsa igualdad de las camisas –obsceno simulacro de una igualdad social que no existe en ninguna parte- asistimos a la capitulación del ciudadano frente a la barbarie; al de la razón frente a la locura: el triunfo glorioso del principio de la muerte por sobre el de la vida: la muerte del Eros y el triunfo de Thanatos.De ahí que las llamadas concentraciones políticas a las que convoca el dictador, son todo, menos políticas. Habiendo sido cerrado el espacio de la política mediante la prohibición real y simbólica de la diversidad, las concentraciones de masas devienen en verdaderas ceremonias seudo-religiosas destinadas a aclamar la presencia omnímoda del dictador. El dictador aparece entonces frente a “sus” masas como si aquello que tuviera lugar fuera la llegada del Mesías en gloria y majestad.La masa delirante se realiza frente a la presencia del dictador vociferante, al mismo tiempo que el dictador hunde su –casi siempre- gordo cuerpo en el océano uniforme de la masa. En ese momento apoteósico y delirante, la muchedumbre grita cada vez que el dictador grita. La manada regresa a su momento originario; toda palabra pierde sentido; sólo los sonidos son significantes. Y en medio del estruendo infernal de la catarsis colectiva, suele suceder que el dictador, sobre todo si se trata de un dictador electoralista, caiga en un estado de espasmódico orgasmo retórico. Ya sin límites, comienza a gritar que él es el pueblo; que el pueblo está en él, y todo se confunde en un sólo caos; la locura se apodera de las camisas uniformadas, mientras el dictador, el único, ya no habla con su voz. A través de la estridencia de su boca coprófaga, hablan los antepasados, los “padres de la patria” de quienes el dictador quiere aparecer como un enviado de ultratumba El climax del orgasmo colectivo es alcanzado cuando el dictador, ya fuera de sí, ofrece su vida a las masas que aúllan sin ton ni son frente a ese carnaval orgiástico y pre-histórico, simulacro de inmolaciones y sacrificios colectivos, de sangres imaginariamente derramadas, y de batallas que nunca existieron ni jamás existirán.
9.
Quiénes, ajenos a la locura miran el ominoso espectáculo, son los mismos que saben que la farsa deberá alguna vez –quizás muy pronto- terminar. Y, como humanos que son, sólo desean que, Dios mediante, eso no termine tan mal como todo indica que así ha de suceder.--

"Y si no das más, tan solo encuentra lo que hay en tus manos, piensa que dar amor nunca es en vano. Sigue adelante sin mirar atrás." Pablo Neruda.

miércoles, 1 de abril de 2009

EMIGRANDO A CANADA

Recuerdo haber leído éste artículo <>, él cual circuló por la red a finales del año 2006, y lo reproduzco fielmente como fué escrito originalmente , sin ningún ánimo de caer en la parte de la política sino más bien a título ilustrativo para el desarrollo de éste ensayo:

“NADIE SABE PARA QUIEN TRABAJA:

Recuerdo cuando iba a Miami en la década del 50 del siglo pasado. Aquello era monte y culebras. Llegué en alguna oportunidad a uno de los hoteles pioneros de la industria hotelera en Miami Beach, el Hotel Di Lido, recuerdo que en esas playas perdí mi anillo de graduación de bachillerato. Recuerdo también lo que era Cuba en esa época. Sin comentarios. El éxodo de cubanos valiosos a partir de la llegada del genocida Fidel castro a Cuba en 1959 inició el impulso y el desarrollo de aquel Miami incipiente hasta la llegada de esos cubanos progresistas, trabajadores, preparados, impulsadores, desarrollistas y por supuesto de buen humor, a pesar de que se habían visto obligados a dejar atrás su Cuba querida. En fin, allí se inicia el gran desarrollo de lo que hoy en día es la cosmopolita Miami con el desarrollo reflejado en su entorno causando así un empuje desmesurado en el Estado de Florida , él cual es en este momento uno de los estados más florecientes de la Unión Norteamericana. Lamentablemente, en Cuba quedó el despojo, la basura, la ignorancia, la esclavitud, el atraso, ya que el desarrollo se lo llevaron los cubanos preparados para el Norte. En la Cuba de hoy ( allí volví en 1979 y salí decepcionado totalmente) lo que quedan son elementos, no personas, que siguen a su líder cual ratones siguiendo al flautista de Hammelin. Bien, mal de algunos o muchos, bien para otros. Se acabó Cuba y se desarrolló Miami, entre otras ciudades de empuje. Ahora bien, casi medio siglo después, estamos viendo algo similar con Venezuela y la provincia de Alberta en Canadá. La gente preparada de Venezuela, de lo que era Venezuela ahora salen a desarrollar otras tierras, muchas entre ellas, algunas en el Medio Oriente, Asia, África, Cono Sur , etc., pero primordialmente le dan un empuje impresionantemente acelerado y bien dirigido a un lugar denominado Fort MacMurray y su entorno en la pujante provincia de Alberta. Venezolanos expertos y con la experiencia lograda con la orimulsión en la faja petrolífera del Orinoco y preparados eficientemente durante las décadas de los sesenta, setenta, ochenta y noventa con financiamiento de la anterior Venezuela, durante la democracia, ahora son los encargados de darle ese empuje acelerado a las arenas petrolíferas de los alrededores de la ciudad mencionada enclavada en la provincia de Alberta . Se repite la historia, los cubanos le dieron impulso a los Miamis y ahora los venezolanos ayudan a desarrollar lo que hasta hace poco era una incipiente industria petrolera en Alberta . Y en la actual República Bolivariana de Venezuela irá quedando <> la ignorancia, el atraso, el resentimiento, el odio, la esclavitud, en ésta última dictadura de lo que fue la Patria de Bolívar.”

Entiendo que hay muchos venezolanos, varios miles, fuera de su país de origen. Se han ausentado buscando seguridad jurídica y seguridad personal, que lamentablemente no la tienen en su patria. Yo diría que primordialmente se han visto en la necesidad de irse por razones políticas, personales, económicas e incluso por cuestiones sentimentales. En su mayoría jóvenes preparados que buscan una mejor calidad de vida. Por supuesto, una gran parte de estos venezolanos están emigrando a Canadá. Aquí comparto realmente esa versión de que así como los cubanos que huyeron de su país hacia Miami colaboraron intensa y positivamente a impulsar el desarrollo del Estado de Florida de los EEUU . Tal y como se expresa en ese escrito de finales del 2006:
“El éxodo de cubanos valiosos a partir de la llegada del genocida Fidel castro a Cuba en 1959 inició el impulso y el desarrollo de aquel Miami incipiente hasta la llegada de esos cubanos progresistas, trabajadores, preparados, impulsadores, desarrollistas y por supuesto de buen humor, a pesar de que se habían visto obligados a dejar atrás su Cuba querida. En fin, allí se inicia el gran desarrollo de lo que hoy en día es la cosmopolita Miami con el desarrollo reflejado en su entorno causando así un empuje desmesurado en el Estado de Florida , él cual es en este momento uno de los estados más florecientes de la Unión Norteamericana.”

Igualmente así será con los venezolanos preparados que se han visto en la necesidad de emigrar a Canadá y especialmente a la provincia de Alberta. Sobre todo en un país que es prácticamente el segundo del mundo en área y con una población que escasamente llega al 10% de la población de su vecino con un área casi similar. Por supuesto un país con condiciones gélidas que dificulta quizás la aclimatación y acostumbramiento de aquellos que proceden de países tropicales. Pero que esos viajeros con intenciones de establecerse definitivamente en dicho territorio tienen la ventaja que se adaptan a cualquier circunstancia siempre y cuando vivan en Libertad y en condiciones de calidad de vida óptima, con todos los servicios eficientes derivados de un pago impositivo efectuado con complaciente satisfacción, tal y como lo han demostrado los venezolanos y otros latinoamericanos ya establecidos en dicho país.
Es por eso que comparto plenamente ese escrito que menciono al principio de ésta reflexión. Y creo realmente en esa parte que dice:

“Ahora bien, casi medio siglo después, estamos viendo algo similar con Venezuela y la provincia de Alberta en Canadá. La gente preparada de Venezuela, de lo que era Venezuela ahora salen a desarrollar otras tierras, muchas entre ellas, algunas en el Medio Oriente, Asia, África, Cono Sur , etc., pero primordialmente le dan un empuje impresionantemente acelerado y bien dirigido a un lugar denominado Fort MacMurray y su entorno en la pujante provincia de Alberta. Venezolanos expertos y con la experiencia lograda con la orimulsión en la faja petrolífera del Orinoco y preparados eficientemente durante las décadas de los sesenta, setenta, ochenta y noventa con financiamiento de la anterior Venezuela, durante la democracia, ahora son los encargados de darle ese empuje acelerado a las arenas petrolíferas de los alrededores de la ciudad mencionada enclavada en la provincia de Alberta”

Esto a su vez corrobora un excelente artículo, explícito, pedagógico e informativo cuyo autor es el Dr. Lino Carrillo que aparece inserto en la revista Abanico correspondiente a dic.08/enero09. El cual recomiendo su lectura.

De acuerdo a cifras aportadas por la embajada canadiense en Caracas fueron emitidas 1675 visas permanentes a venezolanos en los años 2005 (830) y 2006 (845) aparte de las visas de trabajadores que se otorgaron, 140 visas en 2005 y un significativo aumento en 340 en 2006. No me queda la menor duda que estas solicitudes irán en franco aumento en los próximos meses ya que indistintamente de los problemas ya conocidos del país suramericano se incentiva cada día más la calidad de vida que ofrece el país norteño.


ROBERTO A. MARTIN M.
(26/03/2009)

sábado, 21 de marzo de 2009

REVISTA ABANICO EN CANADA


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jueves, 5 de marzo de 2009

ES LA HORA DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA

ES LA HORA DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

(Rafael Grooscors Caballero)

No es suficiente admitir como una esperanzadora recuperación de las fuerzas democráticas del País, los, para algunos, sorprendentes, resultados de la consulta referendaria del 15F, cuando más de Cinco Millones de venezolanos se atrevieron a negarle su apoyo a una temeraria propuesta del Presidente Chávez. Desde luego, la cifra es alentadora, sobre todo si se tiene en cuenta que otros Cinco Millones no asistieron a los centros de votación y mantuvieron un silencio no precisamente cómplice. En todo caso, hay que ir a más y comprender que Venezuela está entrando en una fase decisiva, de la cual puede surgir un exitoso fenómeno de recuperación institucional e ir al encuentro de su verdadero destino, liberando todas sus potencialidades y caminar, firmemente, hacia el Primer Mundo, como Nación amplia y definitivamente desarrollada. Pero, también, a sólo un paso, la Patria de Bolívar, puede transformarse, con vertiginosa rapidez, en un nuevo y vergonzoso episodio socialista, obligatoriamente condenado al fracaso, siguiendo el tortuoso modelo de la Cuba fidelista. Pensamos que aún hay margen para intentar un cambio radical en la opinión, actualmente, en su expresión mayoritaria, bajo el control del discurso chavista. Aprovechar la coyuntura unionista y de concertación que pesa, firmemente, en los principales operadores políticos y activar un sólido frente único, con una atractiva propuesta de fácil interpretación popular y, literalmente, escarbar en las bases de sustentación de la pirámide social, para difundir exhaustivamente el mensaje e ir rescatando los espacios, los límites abandonados en la práctica política, ocupados perversamente por la demagogia del autócrata gobernante. Por eso propusimos la estratégica promoción de la Revolución Democrática, como respuesta al desacierto del socialismo bolivariano. Y, precisamente, ahora, cuando no hay que bajar la guardia, porque hay que hacerle honor a quienes confiaron en la oposición a la descabellada enmienda, inconstitucional y anti-histórica, que pretende el ejercicio vitalicio del Poder para un grupo reinante, con un líder fundamentalista a la cabeza. Hacerle honor a Cinco Millones de votantes, de una población de 17 Millones, haciéndole, a la vez, una formal invitación a los otros Cinco Millones que se abstuvieron de votar, sin dejar de enviar un mensaje de esperanza y redención efectiva, a miles de los Seis Millones que sufragaron a favor de Chávez, sin entender porqué, ni para qué, ni mucho menos con cual intención precisa. Pero es en este sentido que deben definirse, con mucha claridad, las pautas a seguir. Nuestro esfuerzo no debe consagrar paradigmas del pasado, pero si tiene que
enseñar lo que es el presente y el futuro de la Venezuela que vivimos. No importa que ya hayan pasado las gordas y que ahora venga el tiempo de las vacas flacas. Venezuela tiene inmensas potencialidades. Su pueblo es vital y su geografía es magnífica. Nuestros recursos distan mucho de agotarse, ni los materiales, ni los morales. Es la hora de la Revolución Democrática, para cuyo posicionamiento es para lo que tenemos que organizarnos y volcarnos sobre la opinión. Los que votaron en contra de la enmienda, los que se abstuvieron y los que confundidos, manipulados u obligados, votaron por la propuesta gubernamental, deben conocer la tesis de la verdadera Revolución venezolana, del País actual, con miras al futuro inmediato y dentro del Mundo de hoy. Manos a la obra.

grooscors@hotmail.com .-

miércoles, 4 de febrero de 2009

LA REVOLUCION DEMOCRATICA

La revolución democrática Rafael Grooscors CaballeroMartes, 3 de febrero de 2009Respuesta concreta a la pretensión autoritaria del Socialismo Bolivariano
LA MATRIZ DE OPINIÓN ACTUAL
Los resultados de las tres últimas elecciones, tanto la de la reelección del Comandante Hugo Chávez Frías, el 3 de Diciembre de 2006, para el ejercicio de la Presidencia de la República por seis años más, así como las del 2 de Diciembre del 2007 (Referéndum) y la que acaba de suceder, la del 23 de Noviembre del año en curso, demuestran, fehacientemente, que, desde hace algún tiempo, ya largo, existe una nueva realidad en el escenario electoral y de opinión del país.
En los últimos 20 años no sólo hemos dejado crecer la pobreza, a extremos altamente críticos, sino que igualmente hemos permitido que se “desbarate” buena parte de la construcción moral y material lograda por nuestra democracia moderna y se haya ampliado enormemente nuestra relación de dependencia económica y tecnológica del exterior.
Todo ello, desde luego, como consecuencia de la permanencia en el poder de regímenes sin sujeción a una estrategia política acertada, de crecimiento y grandeza, así como el presente, caracterizado por su errático, perverso populismo, claramente orientado hacia la imposición de un autoritarismo sin freno. De los diagnósticos realizados recientemente por las empresas y/o personas mejor calificadas en el área de la investigación social, se desprende que somos, ahora, una sociedad sin temor a ser regida por la “desorganización” y a precipitarse en la anarquía.
Aparentemente, nos hemos “desideologizado” y hemos dado paso a un pragmatismo (oportunista) que ha ganado la confianza de una gran parte de los integrantes del Pueblo venezolano. La pérdida de una percepción más o menos racional (consciente) del contenido social del proceso democrático venezolano, por parte, fundamentalmente, de las bases populares, de las estructuras sociales más deprimidas del país, apreciable ya para 1990 nos condujo, a nuestro juicio, a la actual situación de opinión, cuando un buen número de nuestra gente parece adaptarse, con relativa fidelidad, a las propuestas de un nuevo Socialismo –el Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez— ignorando el verdadero significado de esta versión revolucionaria, pero bajo el convencimiento colectivo de que la democracia original del 45, rescatada ya el 58, había fracasado estruendosamente, --en cuanto a su promesa de ascenso social de las clases bajas y de propulsión del desarrollo general del País--, por lo cual Venezuela y su pueblo merecían y justificaban un cambio radical, en todos los órdenes de sus estructuras socio-económicas y culturales, pero….. Sin saber para qué, ni porqué, ni hacia donde ni como intentar tal cambio.
LA DEMOCRACIA DEBE TOMAR LA INICIATIVA
Entendamos, primero que todo, que llevamos diez (10) años sometidos a la voluntad gobernante de un solo Presidente y que el Jefe del Estado es el principal generador de opinión en una sociedad precariamente desarrollada, como la nuestra. Recordemos y comprobemos en nuestra memoria, que ese formador de conducta casi exclusivo, nos ha estado imponiendo una agenda personal y que, prácticamente, por lo menos en el orden político, todo lo que hacemos o dejamos de hacer, lo facturamos en pro o en contra de él, consciente o inconscientemente, ayudándole cada vez en su empeño de imponer su figura con carácter “insustituible” en nuestra realidad y en nuestro destino. Por ejemplo, podríamos sentirnos ilusionados por la derrota (¿) del oficialismo en el Referéndum del año pasado (2007) y por los espacios ganados por “nuestra oposición” en las regionales de Noviembre. Pero nos estaríamos conformando con muy poco, si lo comparamos, en el juicio histórico, con todo lo que hemos perdido. Algo tenemos que hacer, pero sin perder de vista, utópica, ilusamente, la realidad del presente que vivimos. Las voces que quedaron enterradas en el pasado, gritando las ideas que ahora nos faltan, no pueden romper tan fácilmente este silencio impuesto por el conformismo de una sociedad enferma, en anomia, inerme, abúlica y entreguista. Es indispensable imaginar nuevos instrumentos de acercamiento e interpretación de la realidad. Debemos ser creativos y colocarnos en la vanguardia de los acontecimientos, tomar la iniciativa, para ir moldeando un futuro firme, capaz de resistir cualquier intento de reacción regresiva, tal cual se planteó en la consulta refrendaría del 2007 y como se plantea ahora, cuando se intenta una nueva “rectificación constitucional”, encaminada a instaurar la Presidencia Vitalicia, como si estuviéramos en los tiempos del “Benemérito” Juan Vicente Gómez. Y si los conformistas engañados por falsas victorias existen, también son muchos los desconsolados que, no aceptando la realidad y suponiendo que necesariamente los sucesivos resultados electorales, oficializados por el CNE, lo único que demuestran es que ha habido un fraude continuado y que todo lo ocurrido electoralmente, se organizó fríamente dentro de una artera manipulación de la voluntad de los votantes; por lo cual satanizan y hieren a los distintos comandos de campaña, sin proponer soluciones factibles al o a los problemas que confrontamos en el orden político. Veamos las cosas de otro modo. Los resultados electorales, todos, según las distintas versiones oficiales, más bien indican que existen posibilidades para triunfar, en una futura batalla en igualdad de condiciones, enfrentando la Democracia (Social) al Socialismo (Autoritario).
LA BATALLA QUE DEBE GANARSE
Si el oficialismo chavista, con todo el apoyo, abusivo y desenfrenado de los recursos y los poderes públicos (totalmente sometidos a su voluntad y dispuestos a su favor, sin limitación ni control de ningún orden), según sus propias cuentas, logró el 45.6% de los votos (7 Millones Trescientos Mil sobre los 16 Millones del REP) en las elecciones en las que obtuvo la mayor ventaja (las presidenciales del 2006) y ahora, en las regionales, bajó a un 33% del REP (5.550.000 votos, sobre 17 Millones de inscriptos) lo que nos demuestra es que, en un combate con armas similares, transparentemente, el “monstruo” puede ser vencido. En las elecciones presidenciales del 2006, el candidato unitario (Manuel Rosales) obtuvo 4.287.467 votos (el 26.7% del REP), en tanto que la abstención llegó a 25.9% (4.150.400 venezolanos activos que no votaron); en cambio, en las del pasado noviembre, la oposición, los disidentes y los “no” chavistas, alcanzaron 5.400.000 votos, sobre un REP de 17 Millones, lo cual indica que mientras el autoritarismo disminuye, proporcionalmente, 13 puntos (de 46.6% a 32.6%), quienes lo rechazan se incrementaron en 5 puntos (de 26.7% a 31.7%) sin sumar la abstención, la cual se fue arriba con 10 puntos, de 4.200.000 a 6.000.000. (En un ejercicio solamente aritmético, en la comparación, si sumáramos al “no chavismo” los volúmenes de la abstención, tendríamos cifras espectacularmente negativas para quienes detentan el Poder: casi 8 Millones y medio en el primer caso y la “bicoca” de aproximadamente 11 Millones y medio en la última elección regional) ¿Entonces, que nos indican estos números?. Sugieren, sencillamente, que si continuamos en el camino de la confrontación civilizada, dentro de lo que podemos llamar “la democracia aparente” de un régimen con pretensión totalitaria, de producirse un “aflojamiento” del control de los instrumentos de presión por parte del sector oficial (¿la disidencia?) y tomamos la iniciativa, recuperando “la calle”, podríamos detener la marcha del ruidoso “socialismo chavista”. Mucho mas aún, si aceptamos, como no es difícil presumir, que en el abuso y en el desenfreno de la manipulación de las instituciones, incluidas, desde luego, las principalísimas de la función electoral, el chavismo “infló” hasta el máximo posible su verdadero tamaño impuesto –votación virtual, derivada de un falso REP— tenemos que llegar a la conclusión de que de nuestra inteligencia, de nuestra astucia y de nuestra imaginación, dependerá el éxito o el fracaso de nuestra estrategia, encaminada, como debe ser, a la legítima recuperación de la Revolución Democrática. Revolución en su sentido más dinámico, de transformación constante e indetenible, de todos los factores socio-económico-culturales componentes de la vida colectiva, mirando siempre hacia un Estado Superior de Bienestar, es decir, hacia el Desarrollo tal cual como se le concibe en la modernidad y hasta en la post-modernidad actuales. Revolución Democrática, sin obligada referencia a los últimos años de la llamada Cuarta República, cuando comienza a perfilarse la decadencia del sistema, iniciado con el Pacto de Punto Fijo, a la caída de la Dictadura perezjimenista.
LA INVESTIGACION NECESARIA
Dos aspectos de todo este amplio y complejo fenómeno de cambio de opinión y de actitud en la colectividad venezolana, merecen destacarse. El primero, el relacionado con la “transparencia” del REP, en el sentido de que es imprescindible saber, con exactitud, si todos los que conforman este enorme ejército de votantes, son venezolanos, si viven en Venezuela, si están integrados a la comunidad nacional y si, en realidad, incluso, existen o son, en alguna cuantía, votantes virtuales. Fue muy relevante, muy significativo, el rechazo rotundo que ha mantenido el CNE, desde hace dos años, a la simple posibilidad de que la composición y estructura del referido registro pudiera ser auditadas técnicamente por las principales Universidades Públicas del País, con excepción de las llamadas bolivarianas, de reciente data de fundación y obligatoria sumisión al oficialismo. Aparentemente, algo más que una política de protección a la identidad de los electores animó al CNE, de reconocida y comprobada parcialidad chavista, a cerrarse a cualquier examen del universo electoral, precisamente en cuanto se avecinaba una elección o reelección presidencial. En todo caso, durante casi toda la historia del funcionamiento democrático del País, la relación votantes-población ha estado comprobada en un 48%, por lo cual un salto repentino hasta un 60% en pocos años no deja de ser, por lo menos, sorprendente, si se está claro en que no han ocurrido alteraciones dramáticas o sobrenaturales en la tasa de crecimiento de la población.
El segundo aspecto importante es el relacionado con la abstención, mucho más cuando todos los estudios de opinión han venido revelando, una intensa polarización de los venezolanos entre dos frentes de sistemático antagonismo. ¿Cómo identificar la naturaleza de esta abstención?. Según los datos del CNE, los electores venezolanos que se abstuvieron y no concurrieron a su cita con la historia del País al que pertenecen, con la sociedad en la que trabajan, estudian y viven, fueron casi tantos o mas, de los que sufragaron por los candidatos de la Oposición unida, la disidencia y los “no” chavistas. ¿Quiénes fueron ellos, los que se abstuvieron, porqué se abstuvieron y para qué se abstuvieron?, son preguntas que es indispensable responder, a la hora de intentar la configuración de una estrategia que apunte hacia un éxito comprobado, en el corto, en el mediano o en el largo plazo. ¿Existe alguna relación entre el violento crecimiento del REP y la altísima cuantía de los abstenidos en un País abiertamente polarizado?. No es posible la configuración estratégica racional, si estas incógnitas no son suficientemente despejadas y a tiempo.
LA PENETRACION CULTURAL
El objetivo táctico y estratégico de promoción de la REVOLUCION DEMOCRATICA, de rescate en sus orígenes, de reafirmación o reforzamiento en la conducta popular, de su moral y de su doctrina, tiene (o debe) lograrse, necesariamente, en los fundamentos humanos de la Sociedad, en los estratos inferiores, en la sede natural de las víctimas de la injusticia social, de la desorganización y de la anarquía. En las bases populares, en la calle. Por eso, luego de la investigación de la que hablamos en los párrafos anteriores, conociendo con precisión la cuantía del fenómeno de cambio hacia el discurso socializante, hay que determinar, también con exactitud, cual es el auténtico modo de pensar y de sentir del venezolano actual, cual su actitud ante la vida, cuales sus repuestas a las principales ofertas políticas de hoy y en donde están ancladas sus legítimas esperanzas, no sin antes o simultáneamente, precisar cuales son sus verdaderas necesidades, los problemas reales que le sumen, hoy por hoy, en su deplorable estado de miseria, moral y material, de inseguridad y de desasistencia y cómo es que podrían superarse las dificultades que le oprimen, para orientarse hacia un desarrollo creciente y sostenido, sin interferencias retroactivas. Hay que integrarse al sustrato de la Nación y ocupar el espacio necesario, allí, inconmovible e indesbordable, para intentar el rescate de la Democracia (revolucionaria) con los propios sujetos de su acción y con su propio esfuerzo.
Las asociaciones de vecinos, las juntas de condominio, los comités de barrio, todas las estructuras simples de la organización comunal, tienen que ser detectadas, como objetivos primarios, en el diseño de una estrategia de ocupación revolucionaria, por instrumentos que despierten su simpatía hacia el enfrentamiento y la solución de su disímil problemática socio-económica. Al respecto, debemos recordar el éxito que se obtuvo, en los instantes iniciales de la recuperación de la Democracia, luego de la caída de la Dictadura perezjimenista, con los programas, universalizados en todo el País, del llamado para entonces “movimiento de desarrollo comunal”, que fue capaz de dotar a pueblos, aldeas y barrios de toda la geografía nacional, de las estructuras más simples del denominado capital social básico de las comunidades.
EL FRENTE DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA
Desde luego, esta no puede ser tarea de una sola causa partidista, ni de la voluntad, por más empeñosa que fuere, de un solo grupo de hombres. Es la tarea de un Frente compacto, unido férreamente, intercomunicado en todos los instantes y espacios de su acción, con un lenguaje común, un comportamiento común y la conciencia de un propósito común, donde la inclusión sin límites debe ser el principal rasgo de su exhibición pública. Esa es, precisamente, la misión fundamental e irrenunciable del FRENTE PARA LA DEFENSA DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA, integrado por todos los Partidos y grupos políticos de Oposición, incluyendo a los de la disidencia chavista que lo acepten. (Se debería entender que el futuro de todas estas organizaciones, está íntimamente ligado al futuro del País en general, asumiendo que la implantación de un régimen totalitario socialista, conculcará, en algún momento, la libertad de organización política, a favor del Partido Único. Por eso, por su futuro, los Partidos y grupos políticos organizados y con tradición operativa, deben delegar su individualidad e independencia ideológica, sin perderla para su relegitimación posterior, en el Frente propuesto) Por eso, del diseño de una estrategia funcional del FPDRD, de la factibilidad de su organización, de la meticulosidad de su montaje, de la supervisión de su acción, dependerá el éxito en el rescate de los valores perdidos y en la base de la salvación de Venezuela. A este tenor, debe, ahora más que nunca, tomarse muy en cuenta la naturaleza y la misión de los recientemente creados Consejos Comunales, organismos que según revela la jerga chavista, están encaminados a “sustituir” a los Concejos Municipales y a las Alcaldías, como fundamentos institucionales de la integración nacional y sobre los cuales pensamos que, cuantitativamente, están concebidos para responder a la misma estructura en la que se encuentra dividido electoralmente el País y no por simple coincidencia. Es decir, su número y ubicación puede ser paralela a la de los Centros Electorales, calculados en unos 12 Mil para el momento actual (34.000 mesas de votación). La estrategia “por abajo” de la penetración cultural, debe asumir la principalísima responsabilidad de tocar a la puerta y de entrar, con ánimo posesivo y de control, todo el edificio social que conduce a los Consejos Comunales y hacerlo ya, antes de que sea tarde y antes de que puedan ser convertidos en “soviets” inexpugnables o a responder a la dinámica del “somatén” falangista. Podríamos hablar, con propiedad, de un “paracomunitarismo” puro.
LA APROXIMACIÓN DIRECTA: EL MEDIO RADIAL
La cultura se hace, desde un principio, en mensajes que se transmiten, de boca a oreja, en el seno de la familia y en su expansión gradual hacia los grupos que integran su medio ambiente humano y social. Lo que ahora se requiere es un proceso de reafirmación de principios y valores olvidados, relegados, despreciados, pero nunca superados ni sustituidos en la esencia de su contenido positivo y saludable para todos. Cuando entendamos y estemos suficientemente claros de cómo somos hoy, en que pensamos, como sentimos y que es lo que necesitamos, podremos construir el compendio de mensajes que nos facilitarán la tarea que tendremos que ejecutar. Muchas son las vías que deben ejercitarse para el logro de este cometido, pero una de ellas debe ser la adecuada utilización de los medios de comunicación más parecidos al punto crítico social adonde debemos llevar nuestra voz. Sin descartar los grandes medios y procurar su oportuna distribución, creemos muy conveniente intervenir el medio radial, tanto el comunitario como el local y el nacional, a través de una especie de cadena, cuyo entramado deben diseñar a su vez especialistas de este medio, procurando siempre su fresca revelación como expresión de cada pequeño ambiente adonde se difunda su emisión. Habrán medios complementarios y los estrategas nacionales del Frente, procurarán la mayor cobertura posible, su frecuencia y su repetitividad, así como la evaluación constante de los resultados alcanzados. Día a día. Pero se trata, en todo caso y directamente, de un trabajo de penetración cultural que habrá de enfrentar múltiples factores de resistencia y que tendrá que vencerlos. Se nos ocurre sugerir un título significativo para este programa radial: La Voz de la Revolución Democrática, transmitido como en cadena, a una misma hora, en el mayor número de emisoras posible, en todo el País. Pero en si constituye una propuesta que puede ayudar a seleccionar el mejor modo de lograr su cometido. Se trata, en definitiva, de promover el rescate de la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA, enfrentada a la desviación de la REVOLUCIÓN SOCIALISTA, precursora de fracasos que hundirán más en la miseria y el subdesarrollo a nuestro pueblo.
LA ESENCIA DEL MENSAJE
La Democracia tiene que enfrentar al Socialismo y tiene que vencerlo. El Socialismo se fundamenta en el supuesto de que el Capitalismo (la burguesía para el momento del nacimiento del término) es el instrumento final de opresión del pueblo y que su modo de producción es lo que consagra la injusticia y la convierte en una sólida herramienta de dominación de las grandes mayorías por las cúpulas del Poder político y de la economía. Por eso propugna la “unidad del pueblo” en el Partido Único, con lo que se acaba la pluralidad y la disidencia en el frente político y sepulta el ejercicio de la libertad como principal valor de vida del individuo y del ser social. El Partido Único es la mayoría y las minorías deben ser derrotadas por “el pueblo unido”. Propugna la centralización económica, porque la clave de oro que exhibe es la “de la justa distribución de la riqueza”, lo que no puede alcanzarse si el “interés social” no se impone como supremo director de la producción, a través del Estado. Por lo mismo no puede aceptar la propiedad privada de los medios de producción, ni de los bienes y servicios cuya posesión resulta de su concentración en manos de “unos pocos”. La educación tiene, necesariamente, en el Socialismo, que ser igualmente centralizada, impartida en lecciones únicas y estar motivada por la idea central de “producir” un hombre nuevo, capaz de interpretar la superposición de lo colectivo sobre lo individual. Por eso mismo, la comunicación tiene que ser homogénea y estar controlada por los mismos jerarcas que modelan el Socialismo. La Salud y la Seguridad Alimentaria no pueden alcanzarse, para el ser social, si no existe una estricta disciplina en la utilización de los medios para procurarlas, por lo cual su dirección tiene que incorporarse al concepto de la planificación centralizada.
¿Hay alguna duda sobre la “cualidad” totalitaria, indispensable, del Socialismo? ¿Puede haber una “democracia totalitaria”?. Socialismo y Democracia no solo son conceptos teóricamente antagónicos, sino que son estilos, conductas de organización social opuestas y que se niegan entre sí. Nuestra historia ha hecho al venezolano esencialmente demócrata. A través de la democracia, según lo que intuye, es como puede alcanzar su superación social, mediante el desarrollo de los factores de la economía y la producción, con sentido social y para procurar la igualdad en la abundancia y el bienestar, enterrando para siempre la injusticia, la pobreza, la inseguridad y las grandes distancias morales y materiales entre las clases. Vamos a recuperar su cultura original y vamos a hacerlo cada vez más democrático, para que sea cada vez más feliz. La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene que ser rescatada.
¿PORQUÉ LA LLAMAMOS REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA?
La palabra Revolución tiene en Venezuela y, particularmente, en las bases de su sociedad, una interpretación mágica y positiva. No tiene porque ser, en sí, pertenencia de ninguna ideología. Pero, sociológicamente, “ser revolucionario” en el pueblo venezolano, es ser audaz, valiente, acertado y decididamente partidario de “cambiar las cosas para mejor”. Desde nuestro descubrimiento, pasando por la colonia y por la guerra de la Independencia, la palabra Revolución ha sido empleada, muchas veces con abuso y hasta histriónicamente, por quienes han acuerpado un movimiento opositor al que detenta el Poder, así como por quienes han intentado cambios profundos en la organización de la sociedad y, en general, en la Nación. La gran Revolución en Venezuela, desde la fundación de la Primera República, ha sido la Revolución Democrática, a la cual llegamos, después de muchos fallidos intentos, devenidos en guerras o confrontaciones frustradas en sus propósitos cívicos, en 1945, con la llamada “Revolución de Octubre” y que incorpora, por primera vez, al libre y pleno disfrute de sus derechos cívicos, a todos los venezolanos, sin excepción, para definir, en lo adelante, con base a consultas populares, el destino de la Nación. El hecho de que un Partido en especial (Acción Democrática) haya sido el principal protagonista de este extraordinario acontecimiento histórico, no limita su correspondencia en detrimento de todos los demás valores humanos que han liderizado Partidos y Movimientos populares, organizados y sostenidos posteriormente. Lo importante y significativo para este análisis, es que la única Revolución que se ha alimentado, siempre, con lo mejor y más legítimo del Pueblo venezolano, ha sido la Revolución Democrática y, hoy por hoy, no podemos permitir que quienes, en el fondo, la adversan en su contenido libertario, puedan apropiarse de su apelativo original. Nosotros somos, en verdad, los auténticos “revolucionarios”, los que creemos, firmemente, en los perfiles más enfáticos de la Democracia. En la pluralidad y el consenso. En la plena libertad de pensamiento, de expresión, de actuación y de organización social. En la representatividad adecuada y oportuna de los distintos sectores componentes de la Sociedad (mayorías y minorías) y en la directa y lineal participación popular. Incluso, hasta en la posibilidad real de gobiernos colegiados, cada vez más representativos y auténticamente democráticos, que en las tendencias autócratas que se atribuyen los supuestos “revolucionarios socialistas” con su tesis de la reelección permanente --¿infinita?— y de la Presidencia Vitalicia para un “gran Benefactor” con nombre propio, en un increíble ejercicio de petulacia grupal que supera la sevicia y el “arrastrismo” de las peores Cortes Soberanas de las mas abominables Monarquías del pasado. Es imprescindible, en suma, rescatar y para siempre, la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA venezolana.
¿QUE HACER?
Con este mismo título, en 1908, hace un siglo, el ruso Vladimir Ilich Ulianov (LENÍN) publicó en París un trabajo de obligada recordación para todos los estudiosos del fenómeno político, en el cual diseñó la estrategia cardinal que condujo a los bolcheviques, diez años más tarde, al derrocamiento del régimen zarista y a la creación de la poderosa URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), cuya dilatada participación histórica (hasta la caída del muro de Berlín) constituyó y constituye un asiento de primer orden a quienes persisten en creer en las excelencias revolucionarias y humanistas del Socialismo, el cual, siempre, será excluyente, sectario y contrario a la esencia de la Democracia. El Socialismo Democrático no pasa de ser una candorosa ilusión de quienes se sienten inclinados a concebir un modelo de organización social, donde imperen la justicia y la igualdad económica, conjuntamente con la libertad. No hay sino un solo Socialismo, el Socialismo Real, el modelo concebido bajo la instrucción de Marx y de Engels y que simplemente se identifica como un tránsito hacia el Comunismo, su conclusión definitiva. No vale la pena perder tiempo comentando falsos experimentos de socialismo, en Países con arraigada tradición democrática (Chile) o en los cuales, como en España, el término sirvió, simplemente, como acertada cualificación táctica para componer un régimen libertario tras un largo ejercicio dictatorial, estimulando el protagonismo de una sociedad adormecida. Al Socialismo hay que enfrentarlo, no por las razones que les fueron dadas a los antiguos gendarmes que se adueñaron de América, sino porque constituye una propuesta antagónica a la democracia y necesariamente quiebra el ejercicio de sus valores fundamentales, la justicia y la libertad. La Revolución Democrática tiene la obligación de combatir cualquier pretensión socialista y recurrir para ello al apoyo de los sectores sociales más golpeados, más deprimidos y más numerosos en nuestra sociedad. Al pueblo, en palabras más comunes. Sólo un régimen democrático revolucionario, moderno, sin desviaciones, puede crear las condiciones para que opere un verdadero proceso de transformación y ascenso social, capaz de sepultar la pobreza y de colocar a Venezuela en las vías ascendentes del desarrollo económico y del bienestar social. ¿Cómo proponer la Revolución Democrática de manera que su solo anuncio, se identifique con los problemas más sentidos del pueblo venezolano?.
¿QUE HACER?: TOMAR LA INICIATIVA, RECUPERAR LA CALLE, ESTREMECER AL PAÍS Y POSICIONARSE CON EL CONTROL DE LA OPINIÓN PÚBLICA, A TRAVÉS DE UNA PROPUESTA QUE IDENTIFIQUE A LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA CON LA JUSTICIA SOCIAL, LA LIBERTAD POLÍTICA, LA INDEPENDENCIA ECONÓMICA, EL RESPETO Y EL EJERCIO PLENO DE LOS DERECHOS HUMANOS, A MAS DEL VIGOROSO EMPUJE DE UNA VERDADERA TRANSFORMACIÓN DE LA ACTUAL ESTRUCTURA SOCIO-ECONÓMICA DEL PAÍS, ORIENTADA HACIA LA CREACIÓN DE UN ESTADO DE BIENESTAR COLECTIVO. MOVER A VENEZUELA HACIA EL PRIMER MUNDO.
LOS DIEZ TÍTULOS DE LA PROPUESTA
1.- LA POLÍTICA DE SEGURIDAD NACIONAL
Ningún otro problema parece mantener en igual nivel de preocupación al venezolano, que el del pasmoso crecimiento de la delincuencia, para el cual no existe, en el momento actual, por parte del presente régimen autoritario, una política integral y verdadera, que se oriente claramente a reprimirla y/o prevenirla.
Todo lo contrario. En las líneas de acción de la supuesta revolución socialista, se observa una clara invitación al desorden y a la desorganización sociales, como un modo de atemorizar a la sociedad y aprovechar su parpadeo para profundizar las raíces de su dominación totalitaria.
Homicidios, atracos, , violaciones, robos por asalto sangriento, con violencia y secuestros de las más disímiles denominaciones, obscurecen la vida de los venezolanos, los paralizan y los obligan a vivir en forzosos refugios que impiden su adecuada participación social.
La Revolución Democrática tiene que proponer una política de Seguridad Nacional, que devuelva la tranquilidad a todos y establezca los fundamentos de un orden social en el cual impere la justicia y se destierren el delito y la impunidad. Los niños venezolanos, los escolares, tienen que ser, en primer lugar, los más asistidos por el Estado, como activistas del futuro nacional.
Los de la tercera edad, por ser los más débiles físicamente, deben, igualmente, ser protegidos por el Estado, para su normal desenvolvimiento como personas mayores, testigos del pasado. Los trabajadores no pueden cumplir su misión en el orden de la producción, como debe ser, si están constantemente amenazados en su tránsito del hogar al trabajo.
Pero una política de Seguridad Nacional debe fundamentarse, en principio, en una voluntad colectiva hacia la prevención del delito y hacia la reinserción social del delincuente, educado, en su castigo, para abandonar la reincidencia y aportar su esfuerzo humano al engrandecimiento de la Patria.
Tiene que revisarse dinámicamente el cuerpo de las Leyes que penan el delito y supervisarse constantemente, bajo el control de la sociedad, la conducta, el comportamiento y la actuación de los encargados de implantar la justicia. Pero la sociedad toda, el pueblo en general, en cada una de sus comunidades, cada quien individualmente, debe convertirse en un cooperador de esta política, bien definida y cabalmente interpretada por todos. La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA TIENE QUE DESTERRAR LA INSEGURIDAD DE LA VIDA DE LOS VENEZOLANOS.
2.- LA PROTECCIÓN SOCIAL Y LA SALUD
La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene la misión esencial de construir sistemáticamente, un modelo de organización de la sociedad, fundamentado en la PARTICIPACIÓN DIRECTA y en el PROTAGONISMO EFECTIVO de cada uno de los miembros de la colectividad, estimulando su iniciativa, su creatividad, su voluntad y su disposición al trabajo, bien protegido, justamente remunerado y definitivamente orientado como promotor de un cambio trascendental, hacia el progreso, el bienestar y la prosperidad general de la Nación. Por eso, en uno de los primeros niveles de su ejecución, la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA propone una política racional de PROTECCIÓN SOCIAL INTEGRAL de la población, de toda la población, trabaje o esté cesante, por desocupación forzosa o por cualquier otra razón derivada de la condición personal de cada quien. TODOS DEBEMOS ESTAR PROTEGIDOS POR LA SOCIEDAD Y EL ESTADO. Tanto en la ciudad, como en el campo, tanto los jóvenes, como los mayores. Tanto los hombres como las mujeres. La SALUD es una prioridad FUNDAMENTAL para la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA. Barrio Adentro y Barrio Afuera.
Para ello, hay que incorporar a todo el instrumental clínico y humano establecido en el País, obligatoriamente, pero sin quebrantar principios democráticos, como son la libertad de trabajo de los profesionales de la salud y el uso de los medios propios de la gerencia privada (la propiedad) dedicada al sector. Pero hay que pasar a la instauración del concepto de la MEDICINA SOCIAL, para proteger la salud de todos los venezolanos. Asimismo, la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA toma como propias las prácticas adecuadas para el mayor saneamiento ambiental posible, para la satisfacción de los mandatos de la nueva tecnología que define la ECOLOGÍA y para la prevención de las enfermedades o trastornos endémicos o epidémicos que puedan afectar al venezolano en general. Sobre todo en las ciudades más populosas, debe haber un adecuado tratamiento de la basura y de todos los deshechos sólidos.
3.- LA ORGANIZACIÓN SOCIAL PARA EL TRABAJO
Todos los trabajadores del País, formales o transitoriamente informales, deben estar sindicalizados o instados a agremiarse, según su profesión o especialización, académica o técnica, para que todo el sector laboral esté suficientemente protegido contra la cesantía y desocupación. Ello es también, una prioridad, para cuidar la naturaleza humana del venezolano, defender sus derechos y acatar los principios de las leyes internacionales y de los tratados suscritos por Venezuela. En este sentido, se asume que el salario del trabajador, debe, tiene que ser SUFICIENTE para garantizar su productividad, en cuanto al mejor resultado del proceso de la producción y en orden al progreso y el bienestar de la colectividad nacionales.
4.- VIVIENDA PARA TODOS
Todos debemos tener acceso a una vivienda decente y la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene que procurar las soluciones para este propósito específico, estimulando la inversión privada, manteniendo un control positivo sobre los costos de los insumos para la construcción y la incidencia de las tasas hipotecarias, así como reactivando las prácticas solidarias, como la de la autoconstrucción y las derivadas del desarrollo comunal. TODOS DEBEMOS TENER UNA VIVIENDA PROPIA, EN UN MEDIOAMBIENTE SANO Y SUFICIENTEMENTE SEGURO. La REVOLUCIÓNDEMOCRÁTICA tiene que diseñar y proponer una política que resuelva, en un plazo perentorio, (cinco a diez años) tanto el déficit actual de viviendas, estimado en DOS MILLONES de unidades, como el que resulte del crecimiento poblacional y las necesidades de transferencia habitacional de sectores que ocupan zonas de agresiva inestabilidad natural (los ranchos).
5.- LA GENERACIÓN DE RIQUEZA Y EL PLENO EMPLEO
La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA no sólo debe emplear a fondo sus propios recursos económicos y financieros, sino que tiene que dinamizar la inversión privada, nacional y extranjera. En todos los frentes de la economía, como elemento fundamental para impulsar el crecimiento y la riqueza nacionales, generando una alta capacidad de empleo, bien remunerado y suficientemente protegido. El Estado y la empresa privada tienen que ASOCIARSE para sustituir los márgenes actuales de pobreza crítica, instrumentando los mecanismos para activar la PARTICIPACIÓN DE LOS MARGINADOS en el frente de una economía en constante expansión y, en consecuencia, en condiciones de generar, cada vez, una mayor riqueza distribuíble entre todos los factores integrantes del proceso de la producción. El PLENO EMPLEO (cero desocupación) no debe surgir, en su aspecto de creación de nuevos puestos de trabajo, como una misión paliativa y puntual para lo que es una crisis estructural; debe ser la repuesta organizada de una sociedad decidida a escalar estadios superiores en su desenvolvimiento económico y en su desarrollo ante el mundo. El trabajo es el medio ideal para la adecuada distribución de la riqueza. Sólo es mediante el ascenso en la escala laboral, como el hombre consigue su definitivo despegue hacia un mejor posicionamiento social.
6.- EDUCACION OBLIGATORIA
LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA no sólo debe mantener el actual esquema de la educación gratuita, libre en cuanto a su administración, para estimular la concurrencia del sector privado en el incremento de las aulas, a todos los niveles, manteniendo la supervisión de la programación docente, sino que debe propender hacia una educación OBLIGATORIA, en el sentido de que todos los niños deben incorporarse al sistema nacional educativo, investigar las causas que imposibilitan o niegan a cualquiera su concurrencia educativa y facilitar el acatamiento de esta obligación, en el convencimiento de que un pueblo oportunamente educado, es un pueblo con un futuro garantizado. Asimismo, es interés del Estado, en la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA, que el estudiante venezolano no tenga motivos para justificar el ausentismo y que, más bien, siempre tenga la oportunidad de perfeccionar sus estudios, más allá del cumplimiento de los ciclos básicos de educación.
7.- CAPACITACIÓN PARA EL TRABAJO
LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene que llevar la escuela al trabajador, en cuanto al mejoramiento de sus conocimientos técnicos, de su oficio u ocupación, tal cual fue la filosofía del INCE en los tiempos augúrales del desarrollo democrático del País (Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa). La educación para el trabajo es un reto que debe asumir toda sociedad que aspira a transformarse en una potencia auto-abastecida e independiente, económica, social y políticamente.
8.- LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene la obligación de garantizar la SEGURIDAD ALIMENTARIA de todos los miembros y estratos de la sociedad, para lo cual tiene que velar por la aplicación de políticas sensatas de explotación de la frontera agrícola del País, promover la producción suficiente de los productos de la cesta alimentaria del venezolano, organizando los programas necesarios para importar los déficits que resulten de la imposibilidad o no conveniencia de determinados productos en el País.
En este sentido debe exigir a los productores del campo, mediante sistemática supervisión del proceso agrícola, que alcancen los niveles justos de rentabilidad en la explotación de sus tierras, asistiendo directamente a aquellos que no posean los recursos para alcanzar estos fines. El Estado tiene que ser severo, por otra parte, en mantener un clima de estabilidad permanente en el campo, rechazando todo intento de violencia, como las invasiones desordenadas y sin justificación alguna, en el entendido de que la SEGURIDAD ALIMENTARIA pasa por un adecuado aprovechamiento de los factores naturales del proceso de la producción agrícola. Un pueblo bien alimentado, es un pueblo capaz de alcanzar los mayores éxitos en su gestión histórica.
9.- LA MARGINALIDAD Y LA POBREZA
Los programas puntuales, de asistencia social, (¿las Misiones?) no sólo no combaten con eficacia la pobreza y no logran jamás erradicarla, sino que, por el contrario, tienden a incrementarla. El trabajo, sólo el trabajo, con la debida protección social al trabajador, dentro de un régimen de justicia y libertad, con participación consciente de todos los factores de la producción, es el arma más eficaz para combatir la pobreza y suplantar la marginalidad que oprime a los pueblos. LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA no puede, en este aspecto, propiciar políticas clientelares, de soluciones transitorias a problemas estructurales de inadecuada composición socio-económica, como no sea el estímulo creciente a la generación de riqueza, para alcanzar su justa distribución mediante el empleo, el trabajo, dentro de una estrategia de desarrollo tendida hacia la grandeza del País.
10.- LA FUERZA ENERGÉTICA Y MINERA
LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA, tiene que propender a que los recursos energéticos del país, así como la minería, deben ser explotados con ambición de trascendencia geográfica y con el interés de ingresar a los mercados mundiales, bajo el convencimiento de que en Petróleo, en Petroquímica, en Hierro, Acero y Aluminio podemos ocupar los extremos del liderazgo, tanto en cuanto a la producción como al desarrollo tecnológico de punta.
No podemos depender de las variables de los precios del mercado mundial, de un sólo producto, el Petróleo, sino que tenemos que ir hacia un estado de cada vez mayor independencia, transformando nuestros hidrocarburos en productos petroquímicos de alta rentabilidad (existen más de medio millón de productos derivados del petróleo a los que nunca nos hemos asomado), profundizando la producción y exportación de aceros de calidad y aprovechando adecuadamente las ventajas competitivas que poseemos para la producción y exportación de aluminio, área en la que podemos ocupar el primer lugar en el mundo. (Hoy en día, China y Rusia liderizan la producción de aluminio, con algo más de Tres Millones de Toneladas cada uno.
Venezuela debía ya estar produciendo cantidades equivalentes, de haber abaratado el costo de producción, construyendo, por lo menos, una planta productora de Sosa Cáustica, para el lavado de la bauxita e incrementado la explotación de la misma, más allá de Los Pijiguaos).
REFLEXIONES FINALES
La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA no puede detenerse en la liquidación de un Régimen político, como el que actualmente gobierna a Venezuela. Su misión debe cobrar la mayor trascendencia posible, en la conquista del futuro. Por eso mismo, tiene que rechazar cualquier regreso a escenarios ya vividos, tanto en el orden ideológico, como en cuanto corresponde a la sumisión a una cultura que no se haya abierto a la transformación permanente, hacia los años por venir. En todo caso, para el momento actual, tiene, necesariamente, que concebirse dentro de un propósito de modificación sustancial del contexto normativo legal, la Constitución, como primer paso para intentar un nuevo diseño del camino histórico por recorrer, para llevar a Venezuela, hacia el futuro, como País perteneciente “al mejor de los mundos: al Primer Mundo”.
LA ENMIENDA: tema central en la discusión pública de hoy, el proyecto a consultarse, popularmente, el próximo 15 de Febrero, no sólo revela una contradicción en la interpretación de dos de los principios básicos, morales, de la Constitución Nacional del 99, -- la alternabilidad en la escogencia de los gobernantes y la participación protagónica del pueblo— sino que nos obliga a entender la racionalidad de un principio extraño a nuestra cultura política, como es la necesidad de la NO REELECCIÓN, para garantizar plenamente la aplicación práctica de los otros dos principios en un ciados en el debate electoral. La NO REELECCIÓN general, aplicable a todos los cargos de elección popular –Presidente, Legisladores, Gobernadores, Alcaldes y todos cuantos sean susceptibles de escogencia mediante la participación protagónica del voto del pueblo— lógicamente no solo preserva la legitimidad del acto, sino que, además, promueve y estimula la constante revelación de nuevos aspirantes a los cargos de elección, transformándose en una herramienta insustituible para procurar la mayor participación de los ciudadanos (del pueblo) en las instituciones dirigentes del Estado Venezolano. De la misma manera, la búsqueda incesante de nuevas figuras, de nuevos hombres con vocación de servicio público, la NO REELECCIÓN provocaría un cambio trascendente en la conformación y el funcionamiento de los Partidos Políticos, muchas veces “secuestrados” por líderes o grupos de dirigentes que, organizados dentro de una verticalidad inexpugnable, en nombre de una fidelidad ideológica sin método de comprobación abierta, se hacen impenetrables para los nuevos interesados en la acción política. Así que, a propósito de la “reelección vitalicia” propuesta en el proyecto, ahora, de enmienda constitucional –en el 2007, reforma del texto-- la REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene la oportunidad (histórica) de plantear la NO REELECCIÓN y ganarse la voluntad no sólo de los condenados a la exclusión permanente, sino de los miles de actuales militantes y activistas de los grupos políticos, a quienes se les aleja cada vez la posibilidad de participación representativa de las comunidades a las que pertenecen.
EL PRESIDENCIALISMO. Nuestra cultura política, desde los días iniciales de la Colonia, antes de la guerra de la Independencia, siempre admitió el concepto de Jefe de Estado (encarnado para entonces en el Monarca de la potencia colonizadora) como el supremo conductor del régimen, subordinando a los integrantes de los demás Poderes (legislativo y judicial), en una flagrante oposición a la teoría de los revolucionarios del siglo 18 (Montesquieu). En Venezuela, después de nuestra separación de España (1810-1830) el Presidente de la República se transformó en el Jefe del Estado y, de hecho, colocó en un segundo lugar, tanto a los legisladores, como a los jueces; tanto al orden de formación de las leyes, como al orden de la aplicación de la justicia, fundamentada en ellas. Esta desviación cultural contribuyó poderosamente, a través de toda nuestra historia, a facilitar la usurpación de los poderes y convertir en tiranos a los eventuales jefes de gobierno, a los Presidentes de la República. (Páez, los Monagas, Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez, Pérez Jiménez y, ahora, Chávez, son buenas muestras de lo que decimos). Quizás podría afirmarse que los únicos, con posibilidades “reales”, que renunciaron a la tentación reeleccionista (¿dictatorialista?), fueron, en sus tiempos, Simón Bolívar, el Libertador y Rómulo Betancourt, el demócrata. En fechas más próximas, Carlos Andrés Pérez “aceptó” ser enjuiciado por la Corte Suprema de Justicia, luego de una instancia legislativa que permitió su juicio, al final del cual, fue encontrado culpable y entregó formalmente el Poder a un sustituto designado por el Congreso. En otro sentido, otro reelegido, Rafael Caldera, obrando según su conciencia y sus facultades, otorgó sobreseimiento al actual Presidente “bolivariano”, para entonces enjuiciado por una rebelión contra el orden constitucional, la cual dejó un saldo lamentable de centenares de muertos. Lecciones probablemente anecdóticas, pero que apuntan a favorecer nuestra propuesta contra la reelección. Lo cierto es que a mas de la limitación a un solo período del ejercicio del cargo, el Presidente debe dejar de ser “Jefe de Estado” (ser supremo) para convertirse, verdaderamente, en un Jefe de Gobierno, controlado en su ejecutoria por la sociedad (el pueblo) a través de los instrumentos específicos ideados por el legislador. Pensamos, por ejemplo, en un regreso al Congreso bicameral y en unos Senadores con poder de veto, tanto para la designación de los principales Ministros y Directores de los Institutos Autónomos y empresas del Estado, como para la aprobación de las políticas que intente ejecutar el Jefe de Gobierno. De esta forma se impondría un sistema de corresponsabilidad en el manejo del destino de la Nación y habría un margen mayor para el acierto y para el diseño de planes que trasciendan los períodos presidenciales.
LA AUTONOMÍA REGIONAL. Como provisión de nuestra cultura política, existe una evidente contradicción entre la voluntad de la colectividad de electores que deciden quien los gobierna regionalmente, los Gobernadores y quienes lo controlan, los legisladores estadales. Igualmente, ocurre así, aún cuando fuera de la competencia política específicamente, con los Alcaldes y Concejos Municipales. Todos dependen financieramente del Gobierno central y se dan los casos, casi histriónicos, de Estados que son “favorecidos” por la generosidad del Presidente de turno y otros que son más bien obligados a prescindir de recursos para intentar positivas obras locales. Sin llegar a los extremos de una sustitución radical del actual régimen político territorial, no hay dudas de que es necesario concebir un “estatuto” que permita la independencia política y administrativa de los gobiernos regionales y consolidar los alcances logrados por la “descentralización” de los servicios, ahora en vías de anulación, por la pretensión “acumulativa de poder” del Primer Mandatario nacional.
La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA debe llevar a Venezuela a ocupar un sitial importante en los estratos del Primer Mundo y empujar a su pueblo hacia un estado superior de bienestar, cónsono con sus derechos y sus sentidas aspiraciones. Es ese el único sentido de este trabajo, concebido por un “pragmático” sin ínfulas académicas, pero formado en el trabajo político, en la lucha diaria, desde los días de su adolescencia, en los últimos sesenta años de nuestra historia. Pensamos que todas estas ideas, novedosas algunas, reiterativas otras, suponen un auténtico cambio revolucionario. Las diez líneas formuladas en el capítulo de la PROPUESTA, todo lo referido a la estrategia de penetración popular, siempre pensando en un mediano o largo plazo, pretenden posicionar ante la opinión pública nacional, un nuevo proceso que necesariamente relegará a un segundo plano, al pasado, al olvido, la escandalosa alharaca del “socialismo bolivariano” o “socialismo del siglo 21” y que, como en el patético caso cubano, no alienta otra proyección que la de condenar al fracaso, a la miseria, a la ignorancia, a un pueblo como el nuestro y en un suelo como el que conforma nuestras fronteras, merecedor de la mejor de las suertes. La REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA tiene que vencer a la pretendida revolución socialista y colocar a VENEZUELA en el ejercicio de la victoria, en el orden de la historia.
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